
Mis papás tienen muchas pero muchas dudas. No saben nada de bebés. Mi papá se fue a comprar “el libro del niño” de Soho y mi mamá, nomás tiene tiempo, se pone a leer artículos en la internet. Y cada vez que se desesperan y hacen y no saben que hacer, él dice -déjala es natural- y ella dice -lo leí en la internet.
Yo creo que los doctores no saben mucho tampoco. Para empezar, ese recibimiento de bienvenida a la Tierra con nalgadas, focos, tijeras, etc. no tiene nada que ver con lo que uno espera al dejar tan placentera placenta. Y no se ponen de acuerdo: uno dice dale de comer solo una onza, el otro dice despiértala para comer, aquel dice no la despiertes y el otro, métele tres gotas.
A mi lo que más me gusta es comer de la chichi. Eso me calma de verdad. Pregúntenle a mis papis las caras que hago. El alimento cobra cierta mística cuando viene de esa parte de mi mamá. Como si algo, más allá de la materia líquida que me da las sustancias que se necesitan, me envolviera.
En cambio, cuando me dan la formula del alimento, al primer trago, se me vienen las plumas (como dice el doctor) y el acto del alimento se convierte en un fenómeno místicamente difícil de entender por no decirle mecánico llamado el “reflejo gastro-cólico”.